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Contaminación cruzada... Lo invisible que sí importa.

En el tatuaje, no todo es tinta y creatividad: también está la responsabilidad de cuidar la salud. Uno de los conceptos más mencionados, y a la vez más malentendidos, es la contaminación cruzada.


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¿Qué es? Es, en pocas palabras, llevar bacterias, virus o fluidos de un objeto a otro, y de ahí al cuerpo humano. Un error invisible que puede tener consecuencias muy reales. La mesa de trabajo de un tatuador no es un escritorio común: es un espacio limpio y sanitizado. Sobre ella solo deben estar los instrumentos necesarios para tatuar. Nada de celulares, llaves, refrescos o cualquier cosa que no tenga que ver con el proceso. Los guantes no son accesorios de moda: son una barrera entre el tatuador y el cliente. Pero esa barrera pierde todo sentido si con los mismos guantes se agarra el celular, el frasco de tinta, el pomo de Bactine, o incluso se acomoda la silla. Lo que parecía protección se convierte en un puente para los contaminantes. Ejemplos comunes de contaminación cruzada:


  • Usar guantes y tocar el celular entre líneas de un tatuaje.

  • Cargar la máquina, luego acomodar botellas o tintas sin cambiar de guantes.

  • Rociar spray anestésico directamente sin protección sobre la botella, tocando piel y luego otras superficies.

  • No cubrir cables, máquinas o superficies con plásticos desechables.


El principio es simple: si algo toca piel, sangre o fluidos, ya no puede tocar nada más que no sea desechado o desinfectado. El tatuador no solo está creando algo para siempre, está asumiendo la responsabilidad de que su cliente no se lleve a casa más que un tatuaje: nada de infecciones, nada de hepatitis, nada de complicaciones. La contaminación cruzada es invisible, pero evitarla depende de disciplina, conciencia y respeto por la profesión.

 
 
 

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